Generar luz sin consumir energía eléctrica puede parecer una utopía, pero la biología tiene una respuesta a ese desafío a través de la bioluminiscencia. El truco está en aprovecharla de forma tal que se convierta en una alternativa viable y amigable con el medioambiente.
Se dice que lo esencial es invisible a los ojos, y esto es particularmente cierto a la hora de consumir energía. Encender una luz puede ser lo más natural del mundo para nosotros, ¿pero cuánta energía estamos desperdiciando que no vemos? Desde los cargadores de los móviles hasta aquellos equipos de audio que reportan la hora incluso estando “apagados”, el desperdicio de energía puede ser muy importante, aunque ya se han activado diferentes regulaciones que buscan reducir esta pérdida. Una simple señal que ilumina la palabra “salida” o las flechas indicatorias de las salas de cine necesitan de energía eléctrica a pesar de emitir una luz muy baja, por lo tanto, si los resultados son tan humildes, y el consumo está allí de todas formas, ¿no se podría hacer algo al respecto?
Señalización en caminos, luces de emergencia, salidas para cines, luz ambiental y hasta indicadores para sistemas de diagnóstico (como monitores de diabetes) serían algunas de las aplicaciones teóricas para este tipo de iluminación.
Cuando la bioluminiscencia y la tecnología de vanguardia más experimental se unen pasan cosas como ésta, una bombilla que utiliza bacterias para encenderse de un modo insólito y práctico a la vez.
El invento se ha bautizado como Biobulb y sus creadores son estudiantes de la Universidad de Wisconsin-Madison que han conseguido sorprender como pocos con su curiosa alternativa a la bombilla tradicional. Sin embargo, y aunque parezca lo contrario, su idea se basa simplemente en la creación de un “ecosistema en un pequeño espacio con paredes de cristal”, en el que la bombilla da una luz natural procedente los microorganismos que contiene.
A partir de esta idea básica, Biobulb utiliza una cepa de E. coli modificada genéticamente. Técnicamente, el diseño incorpora plásmidos (fragmentos circulares de ADN presentes en las células bacterianas) que codifican los genes de bioluminiscencia con resultados como el que vemos en las imágenes.
A partir de esta idea básica, Biobulb utiliza una cepa de E. coli modificada genéticamente. Técnicamente, el diseño incorpora plásmidos (fragmentos circulares de ADN presentes en las células bacterianas) que codifican los genes de bioluminiscencia con resultados como el que vemos en las imágenes.
Actualmente el proyecto está en fase de mejora, con el múltiple objetivo de experimentar con diferentes proteínas para lograr una mayor luminosidad, control del color emitido y, en un más difícil todavía, conseguir que las bacterías actúen(es decir, se enciendan) cuando convenga para así emular la funcionalidad del interruptor.
Bombilla viviente. Su forma de funcionamiento es tan rara como sostenible, pues no sólo no requiere gas ni electricidad, pongamos por caso, sino que se basta y se sobra con las bacterias. Son los microorganismos introducidos en el frasco los que producen este efecto visual mágico que se engloba en el área de la biología sintética.
Es así como el ecosistema creado se mantiene a sí mismo con el reciclaje de nutrientes o con el control poblacional propiciado por los distintos microorganismos seleccionados, con el objetivo de perpetuarse o, lo que es lo mismo, de no agotarse …y darnos luz.